¿Por qué no todos, señor? (Brotes de olivo)

¿Por qué no todos, Señor, pueden gozar de la vida?
¿Por qué, si somos iguales? ¿Qué cosas se nos olvidan?

¿Por qué, aunque lo sabemos, pasamos nuestra existencia
sabiendo lo que a otros falta y la vida no se altera?

¿Qué nos hizo olvidar que, al crear tú las riquezas,
la mayor que nos brindaste fue que todos las tuvieran?

Pero no por separado, cada uno a su manera,
pues si sucede así nos hace olvidar tu esencia.

La vida a la que nos llamas, aunque tiene forma externa,
ha de nacer en el alma; siendo así, jamás se altera.

Lo que nace en tu raíz, lo que en el alma se gesta,
lleva tu profundo soplo, llamado a cubrir la tierra.

Y siendo así, lo que ocurre es fruto de tu Promesa,
que por nacer desde ti no produce diferencias.

Ayúdanos a entender que no es vana tu Promesa,
que tú quieres, para todos, tu vida, ya en esta tierra.