Dejé casa, tierra y heredad (Brotes de olivo)

Dejé mis lugares queridos, dejé cuanto me ata a lo humano:
padres, tierras y heredad, marché a mundos lejanos.

En tanto me divertía una luz brilló en mi mente:
¿Por qué otros no aman a Dios? ¿Por qué así tanta gente?

Me costó la misma vida desprenderme de mi herencia
mas sabía que me esperaban mis hermanos de la tierra.

Mas aquello que creía fuera para mí, dolor,
Dios cambió por alegrías, cien por uno me pagó.

Y ahora veo como personas que no sabían del amor,
van conmigo al encuentro del hermano y de Dios.

Mas, ¡qué grande es la vida!, que un día el placer desgarra,
porque al romper con sus cosas, se encuentra con Dios de cara.