Credo nicaragüense Creo, Señor, firmemente que de tu pródiga mente todo este mundo nació, que de tu mano de artista, de pintor primitivista la belleza floreció, las estrellas y la luna, las casitas, las lagunas, los barquitos navegando sobre el río rumbo al mar, los inmensos cafetales, los blancos algodonales y los bosques mutilados por el hacha criminal; los inmensos cafetales, los blancos algodonales y los bosques mutilados por el hacha criminal. Creo en vos, arquitecto, ingeniero, artesano, carpintero, albañil y armador. Creo en vos, constructor del pensamiento, de la música y el viento, de la paz y del amor. Yo creo en vos, Cristo obrero, luz de luz y verdadero, Unigénito de Dios, que para salvar el mundo, en el vientre humilde y puro de María, se encarnó. Creo que fuiste golpeado, con escarnio torturado, en la cruz martirizado siendo Pilatos pretor, el romano imperialista puñetero y desalmado que lavándose las manos quiso borrar el error; el romano imperialista, puñetero y desalmado, que lavándose las manos quiso borrar el error. Creo en vos... Yo creo en vos, compañero, Cristo humano, Cristo obrero, de la muerte vencedor. Con el sacrificio inmenso engendraste al hombre nuevo para la liberación. Vos estás resucitando en cada brazo que se alza para defender al pueblo del dominio explotador. Porque estás vivo en el rancho, en la fábrica, en la escuela, creo en tu lucha sin tregua, creo en tu resurrección; porque estás vivo en el rancho, en la fábrica, en la escuela, creo en tu lucha sin tregua, creo en tu resurrección. Creo en vos... |